El andén de la estación

Del andén de la estación parte el tren. Viajar en tren es compartir, conocer gente y lugares. Este blog es como un tren, donde todo cabe y al que todos pueden subir.

jueves, 7 de junio de 2012

Microatraco emocional


Tras la llamada telefónica y la frialdad de la respuesta, Julián se dio cuenta de la estupidez que había cometido. Apenas pudo sacarle monosílabos de pura cortesía. Elena, decepcionada, no le apetecía seguir charlando con alguien que horas antes la menospreció. Le dolió, una discusión en la intimidad queda entre dos, pero fue en público y eso no lo podía consentir.
Entre ambos se interpuso un muro casi infranqueable que Julián quería derribar, tenía que reconducir la relación.
Lo oportuno era dejar pasar unos días, el tiempo siempre juega a favor, dándole la oportunidad de calmar su indignación.
Julián repitió la llamada, Elena le contestó un:
-¡Hola!,
Julián respiró:
-Perdóname, ya sabes..., el trabajo, la situación de la empresa..., me están agobiando, y siento que lo pagues tú.
-Está bien, a mi me ocurre lo mismo, pero debes aprender a controlarte.

Dorotea


Como cada tarde, Dorotea y su guitarra, se encaramaron sobre el pilón granítico que se hallaba en la esquina del parque.
Las notas de la guitarra y su voz comenzaron a viajar, llenando cada resquicio de ese pequeño rincón olvidado del parque alejado  del tumulto, como un mundo aparte, el particular mundo de Dorotea.
Como cada tarde Jacobo, desde que la descubrió, no dejó de acudir a esos recitales improvisados.
Dorotea daba rienda suelta a su pasión, Jacobo, atraído, abría las puertas de su corazón. Dorotea representaba su anhelo, lo que siempre quiso ser. Jacobo cada vez que la escuchaba dejaba parte de si, moría un poco. Moría de emoción pero no le importaba si ello significaba un paso para la inmortalidad, la de ella. No se trataba de amor, solo admiración.
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