El andén de la estación

Del andén de la estación parte el tren. Viajar en tren es compartir, conocer gente y lugares. Este blog es como un tren, donde todo cabe y al que todos pueden subir.

viernes, 27 de abril de 2012

Una noche perdida


La una de la madrugada, noche silenciosa, la mirada extraviada sobre un cuadro cualquiera de la pared y sobre la mesa dos libros bajo la amarillenta luz del flexo descansan. Una lejana música sacramental deja oír su llanto, contrastando su canto con un reloj y su suave tic - tac. Un cenicero, dos colillas, una foto en su marco de metal y el profundo suspirar de un sueño celestial.
¡Qué difícil concentrarse!. Noche tras noche, todas igual. Padres en la habitación contigua, temporalmente la abuela en la mía y un sofá cama tras la mesa, en éste salón, espera a que mis ojos sucumban  de cansancio o de desesperación. Difícil concentrarse pero no queda otra, tesón ante la adversidad, sacrificio para la esperanza.
Una radio caset con cintas de Pink Floyd y Supertramp,  bajito para no molestar y no desconcentrar, otro cigarro humeante y ...adelante, no queda más remedio, cojo un libro, hay que ponerse a estudiar.
Las dos de la madrugada, noto la boca reseca con sabor a nicotina, poso la mirada sobre el libro, me deprimo, sigo en la primera página. Voy a la cocina y bebo un gran vaso de agua fresca. Enciendo otro cigarro y mientras se consume observo la calle solitaria a través de la ventana. Vuelvo a sentarme, de nuevo el libro ante mí. Rebobino la cinta del caset, vuelvo a pulsar el play, y vuelta a empezar.
            Las tres de la madrugada, poso la mirada sobre la foto en el marco de metal permaneciendo unos minutos observándola. Dirijo de nuevo la mirada sobre el libro, voy por la segunda página. De nuevo me deprimo, de nuevo voy a la cocina y vuelvo a beber otro gran vaso de agua fresca pero esta vez no quiero volver a fumar, la calle sigue desierta. Unos segundos de meditación y, decidido, vuelvo a la mesa. Cierro el libro, apago la luz del flexo y me tumbo en el sofá cama. Una noche perdida, mañana será otro día.

miércoles, 25 de abril de 2012

Microatraco pecuniario


El señor G, pensionista, estaba contento cuando, “con la que está cayendo”, le subían la pensión. Contento y satisfecho con la decisión del gobierno.
Cada inicio de mes, desde que empezó a cobrar la pensión por jubilación, elaboraba su presupuesto partiendo de lo que percibía, e iba desgranando los euros por partidas, por aquello de evitar sorpresas.
Para la luz, para el gas, para el agua, para teléfono, para la comunidad, para gasolina, para seguros, para comer, para tabaco, para imprevistos y, sin derrochar, aún tenía algún remanente. Pobre pero feliz, no debía nada a nadie, para él y su mujer bastaba. Solo era cuestión de administración.
Con  la subida, esperaba poder ahorrar un poco más y con ello permitirse algún capricho.
Pasaron los meses y como siempre:
Luz, gas, agua, teléfono, comunidad, gasolina, tabaco, imprevistos, comida y, una nueva, para farmacia.
Y, a pesar de la subida, se percató de que las cuentas no le salían. Se vio obligado a suprimir imprevistos, si surgían ya vería, y con esa partida incrementaría los apartados de luz, gas y agua.
La cuenta seguía sin cuadrarla, y decidió sacrificar parte de la partida para tabaco. En lugar de comprar cajetillas, fumaría tabaco de liar, como su padre.
Gasolina, si realmente ya no necesitaba vehículo, andar era sano, el transporte público resultaba barato, y con el INSERSO podía ir de vacaciones bastante económico. Así que contempló la posibilidad de vender el coche, se ahorraría en gasolina, seguros, impuestos, reparaciones, etc. Decidido, vendería el coche.
La partida para comida se quedaba corta, sin embargo, el refrigerador estaba más vacío. Sin problemas, comprarían marcas blancas. Incrementaría esta partida con la parte que destinaba a gasolina, seguros y demás. Además se propuso modificar los hábitos de comer reduciendo la cantidad, a su edad con poco bastaba, así que cenarían leche con migas de pan, y con lo que ahorrarían de ahí tendrían para la farmacia, a su edad la botica particular era considerable.

Y al mes siguiente, otra vez a desgranar los euros de la pensión:
Luz, la asignación aún se quedaba corta, aflojarían alguna bombilla para gastar menos, y el resto de menos vatios,  la televisión la pondrían menos tiempo, frecuentarían más el hogar del jubilado, en verano pondrían menos el ventilador y tirarían más de pai-pai, así ahorrarían en luz. Para gas, cocinarían en lugar de para dos, para tres días, y en invierno, en lugar de poner la estufa (solo cuando el frío apretara mucho), se cubrirían con una mantita más gorda. Y como aún no era suficiente, redistribuyó parte de la partida de gasolina y seguros a luz y gas.
Agua, también se quedaba corta esta partida así que,  pondrían la lavadora solo dos veces a la semana, eran solo dos y ensuciar menos era posible. Y también contempló la posibilidad de lavar toda la ropa un día a la semana en las nuevas lavanderías exprés, así ahorraría en luz, agua y detergente. Quizá valía la pena.
La leche la mezclarían con malta, así ahorrarían en leche y en café. En lugar de aceite de oliva pues..., pondrían de girasol, tampoco es tan malo.
El tabaco, liaría los cigarrillos con menos cantidad de picadura y, con las colillas, quitaría lo negro, desgranaría el tabaco en un bote y podría sacar de ello algún cigarrillo más. 
La farmacia, con esta nueva partida también podría hacer algo, enfermar menos, y si algún día se les “olvidaba” tomar alguna medicina, por un día que no la tomen no iba a pasar nada, así alargarían las recetas.
El teléfono, podría desprenderse de él, pero a su edad era como imprescindible, si les pasara algo no tendrían cómo avisar a alguien, pero buscaría algún operador que le saliera más económico.

Fue ajustando el presupuesto quitando de aquí, poniendo allí...,  y así el señor G quedó agradecido a ese gobierno, porque con la subida de la pensión, pudo paliar en parte esos pequeños desajustes y si no fuera por ello, no sabía lo que podía haber sido de su vida. Estaba orgulloso, no en vano, les había dado su confianza, y hasta ahora no le estaban defraudando.

domingo, 22 de abril de 2012

Microatracos


Qué placer, hallándome en el metamorfis, sentado en el retrete, descongestionándome por dentro. En ese momento de relajación, en posición similar a la del Pensador de Rodín, como entre sueños, pasaban flases de imágenes y pensamientos de acontecimientos recientes.
Como primer pensamiento un atraco, real, como la vida misma, de un indeseable, quizá necesitado pero indeseable y desaprensivo. Y de forma concatenada, una sucesión de imágenes y pensamientos igual de reales no como la vida misma, sino la vida misma, de donde se toman apuntes para la vida de ficción.
Porque considerando que un atraco es apoderarse de algo con fines lucrativos empleando la violencia, renglón seguido y sin tregua a la relajación, la mente va esbozando una serie de, digamos microatracos, sin violencia, sutiles, al parecer legales, comenzando un proceso de esquematización y visualizando un gráfico con sus respectivas ramificaciones:
Microatraco pecuniario
Microatraco emocional
Microatraco por simpatía
Microatraco por soberbia
Microatraco por envidia
Microatraco por gula
Microatraco por discriminación
Microatraco por justicia
Y la mente se vuelve a dispersar dejando en el aire otra serie de microatracos que en sucesivos momentos volverán a florecer.
Todo ello pasa en unos segundos. Y en el pensamiento se queda como último flas una pregunta , ¿qué es más rápido, la velocidad de la luz o la de la mente?. Tal vez haya algún científico que se atreva a medirlo, ¿quién sabe?.
Y a esa pregunta se le une una nueva pregunta: la de ¿por qué la mente va por delante sin dar tregua para una meditación sobre las afirmaciones o interrogantes que plantea, pasando de un tema o situación a otro?. Esto sería también tema de estudio científico. Debería poderse grabar físicamente todo lo que por ella pasa. Si esto se pudiera lograr muchos interrogantes de éste mundo se clarificarían. Quizá alguien ya lo haya intentado.
Llegado a este momento lo mejor es desconectar, si es posible, y alejarse de ese momento de ensoñación. La mejor forma es pulsar el botón del inodoro, esa cascada de agua te devuelve a la realidad aún constatando que ésta difiere poco, o nada, de ese momento de ensoñación.

domingo, 15 de abril de 2012

El elefante


¿Qué delito cometió el elefante para sufrir el castigo a que estaba predestinado?, sin duda ser grande y tener una inteligencia por encima del resto de los animales. Pero su mayor castigo es ser el punto de mira del mediocre, del mundano, del insolidario.
Sus mayores le mostraron el instinto de supervivencia del reino animal, pero nada le contaron sobre de quién protegerse fuera de su especie.          
Engañado lo situaron en el punto de mira sin ofrecerle la menor opción de defenderse y de luchar en igualdad de condiciones. El cazador desaprensivo solo buscaba satisfacer su ego, el de conseguir la mayor presa que podía tomarse. Y con su trofeo, mostrar a sus íntimos la gran proeza. La inútil proeza del sacrificio innecesario.
El elefante, indefenso, sucumbió a su destino pero, en el reino animal existe su dios, un Dios que quiso vengar su memoria castigando a su ejecutor, pero no pagándole con la misma moneda, sino con el castigo de su propia conciencia.
La conciencia recriminó sus desmanes sacándolo del anonimato,  haciendo que su proeza surcara tierras y mares. El cazador en su interior sintió la vergüenza de sus excesos recriminándose sus hechos, en contraposición a sus palabras. Se confesaría buscando la exculpación por lo divino, lo que no tenía claro es si sería exculpado por lo terreno.

viernes, 13 de abril de 2012

¡Dulces sueños!


¡Dulces sueños!. Le dijo la madre al hijo mientras, al unísono, arropaba y daba un beso en la frente.
El hijo, con apenas seis años, no acababa de entender eso del soñar. No sabía distinguir si era algo bueno o malo, y solo con pensar que iba a soñar le procuraba intranquilidad.
La madre le quiso hacer  entender que los sueños eran como una prolongación del día. Si te habías portado bien tus sueños serían agradables, si te habías portado mal no lo serían tanto. También que, de alguna manera, cada cual podía elegir sus sueños, bastaba con pensar en algo alegre y seguro que así también lo serían sus sueños. Y como moraleja: si era bueno sus sueños siempre serían dulces y agradables.
El niño no creyó las palabras de la madre. La noche anterior soñó que un enorme conejo, igual que un peluche que tenía al pie de la cama, se pasó todo el tiempo persiguiéndole porque quería comérselo, hasta que sobresaltado se despertó. Y él, el día anterior se había portado bien, y  los conejos no le daban miedo.
La lógica de su joven cerebro le dictaba que las palabras de su madre no se correspondían con la realidad de sus sueños y, por lo tanto, para no soñar debía permanecer siempre despierto.
Desde ese mismo momento decidió que se dormiría pensando que estaba despierto.

martes, 10 de abril de 2012

Don Mariano


Hallándome en el metamorfis, en esas profundas meditaciones a que el lugar da pié, volví a pensar en Don Saturnino, el profesor de lengua y literatura, divagando sobre “responder a la gallega” y cual sería su opinión al respecto. He hecho tarde y nunca sabré su opinión al respecto. Si embargo, echando mano de ésta herramienta como es internet, he encontrado entre tantas otras la siguiente, digamos definición:

“ responder sin aclarar nada, sin mojarse, con respuestas vacuas  o imprecisas”

Y sin premeditación, he pensado en nuestro actual y más ilustre gallego, que ha pisado tierras lejanas, el honorable Don Mariano. ¿Por qué será?

Y, sin premeditación también, me  viene a la cabeza esa otra frase:

“donde dije digo, digo diego”

Y a continuación, como cuando estás en el último suspiro, en el último estertor de la vida,  las imágenes y los acontecimientos pasan como un rayo, y logras por fin entender eso del “responder a la gallega” y el “donde dije digo, digo diego”, porque he logrado personificarlas, sí,  ponerle cuerpo y alma a tan bellas palabras. Sin embargo, pienso que estoy en condiciones de tener un cara a cara con el señor Sigmund Freud, porque lo que creo, en realidad, es que no entiendo nada.

Ya no se si és el desconocimiento del significado de las palabras, lo que preocuparía a Don Saturnino, o que mi oído traduce mal al negociado pertinente del cerebro. Estoy llegando a creer que se trata de esto último, que el oído anda por libre, porque lo que mi cerebro procesa no es lo que quizá mi oído transmite, o viceversa.

Quizá no me he sabido explicar, o tal vez expresar, parecen una misma cosa pero son distintas, y creo que Don Mariano podría profundizar en el pasado para aclararse en el futuro y no al revés, profundizar en el futuro para aclararse el pasado.

Ante tal galimatías, y homenajeando a Don Saturnino, he buscado estas tres bellas palabras en el diccionario, que seguro le hubiesen deleitado, y hasta es posible me hubiese puesto una buena nota, al menos por haberlas buscado:

Explicar: Manifestar, dar a conocer lo que uno piensa.
Expresar: Manifestar con palabras, miradas o gestos lo que se quiere dar a entender.
La más bella de hoy a mi buen entender;
Vacuo, a:  Vacío, falto de contenido.

Supongo que Don Mariano debería conocer el significado de las mismas, para que su mente no esté vacua.
Después de esto, no se si podré conciliar el sueño, y si lo consigo espero no tener pesadillas.

miércoles, 4 de abril de 2012

Sin metamorfis, no hay vida

   Suena el despertador a la hora de costumbre, primero sobresalto, segundo resignación. Sobresalto porque te libera de una pesadilla, o de un bonito sueño, en el primer caso respiras profundamente, en el segundo pones cara de fastidio. Resignación porque te devuelve a la rutina diaria de la que es difícil escapar. Lo primero que haces al levantarte es entrar al metamorfis y aliviarte porque estás a punto de estallar, después lo de siempre, desayunar, volver al metamorfis a recomponerte por dentro y por fuera, luego vestirte y antes de enfilar la calle un último pase por el metamorfis para el retoque de última hora, vamos, como pasar revista de que todo está en orden.
   Terminada la jornada, regreso a casa y lo primero que haces es pasar por el metamorfis, porque siempre hay alguna necesidad que imperiosamente te conduce hasta él. Es como en las películas donde uno está expuesto a algún tipo de radiación, virus, o cualquier cosa contagiable, y antes de reincorporarte a la rutina debes pasar por la cámara anticontaminación. El metamorfis es la cámara anticontaminación de una vivienda.
   Varias son las estancias que puede tener una vivienda: recibidor, salón, sala de estar, galería, balcón, terraza, cocina, habitaciones, despacho y metamorfis. Cada una tiene su importancia, y alguna de ellas puede ser hasta prescindible, de hecho la tendencia de los lofts de tamaño reducido que vienen a ser como un tres en uno. La única que no puede faltar es el metamorfis. 
   El metamorfis es como el santuario de la vivienda. Además del objeto para el que fue creado, se utiliza, aprovechando determinados momentos imperiosos, para leer, para dormir, para meditar, para soñar, para relajarse, para llorar, para reír, para cantar, para reflexionar. Tiene multitud de aplicaciones y ¿por qué?, porque es el único lugar privativo que todo el mundo respeta y nadie se atreve a profanar cuando uno se encuentra allí. Es el único lugar donde encuentras la intimidad necesaria que uno necesita en algún momento del día, donde te presentas delante de ti mismo desprovisto de máscaras, donde realizas el acto de contrición, donde te felicitas o te reprochas por los actos del día a día. Es parte esencial en nuestra vida.
   Y como epílogo del día, antes de echarte a dormir, ¿dónde se supone que haces la última visita?. Sin dudarlo, al metamorfis, y felices sueños.
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