Los actuales dirigentes deberían centrarse en
gobernar y hacer lo que están haciendo sin echar la culpa siempre a la
“situación heredada” que, como efecto propagandístico, cala hondo entre sus
simpatizantes que, como velados, parecen estar conformes en todas aquellas
medidas que menoscaban sus propias economías y la del resto de sus iguales,
mientras otros se van de rositas campando a sus anchas. Hay que explicar
claramente que esta situación no solo es el producto de una mala gestión de
gobiernos anteriores, que también habría que retrotraerse a las bases que
crearon el “España va bien” abanderada por la burbuja inmobiliaria como desencadenante del problema, sino que
se está inmerso en una crisis internacional que afecta a todos en mayor o menor
medida.
Tratan de
justificarse por hacer lo que están haciendo bajo la sumisa batuta de quien los
está dirigiendo, como exculpándose, como si fueran los buenos de la película.
Tanta culpa tienen unos como
otros. Poco se les oye ahora vanagloriarse de que gobernaban la mayoría de las
autonomías, culpables en gran medida de la debacle deficitaria. Ellas son las
primeras en haber gastado lo que no tenían, movidos por egos que nos han
llevado a la actual situación. Hay que ser más honestos, algo que brilla por su
ausencia entre la clase política por moverse bajo criterios partidistas y de
poder. Si cada cual asumiera el grado de culpabilidad que le corresponde, sería
un gran paso para poder recuperar cierta credibilidad.
Y qué decir de
las entidades bancarias que están en boca de todos por una mala gestión que las
ha llevado a la ruina y que han precipitado la intervención de nuestra querida
España. Conocen los mentores responsables de la “excelente gestión” que las han
llevado a la situación en que se encuentran, pero mejor callarse porque esa no
es una buena medida publicitaria. Y viendo la procedencia de estos gestores, se
plantean serias dudas sobre la competencia de los que dirigen esta nave.
A mi modesto entender,
este gobierno que accedió al poder con piel de cordero, está aplicando el
programa de su adversario que parecía venir con la piel del lobo. Su casi único
argumento era aumentar el empleo y con ello se solucionaban gran parte de los
problemas. Están haciendo todo lo contrario a lo que predicaban y no vale con
decir que se han visto obligados. Sabían muy bien lo que harían, pero no podían
decirlo, el objetivo era ganar como fuese. Su gestión lo que ha traído es más
desempleo. Dicen que están sentando las bases para que se genere en un futuro a
medio plazo empleo. Hasta la OCDE, está apuntando que el paro previsto para
España en el 2013 del 25 % podría quedarse estructuralmente.
Una de las
bases para generar empleo es potenciar el consumo, y se está haciendo todo lo
contrario. El conjunto de la población cada vez está más asfixiada, cada día se
gana menos y por el contrario se ve en la necesidad de gastar más: irpf,
copagos sanitarios, tasas universitarias, iva, etc.. En el horizonte la clase
trabajadora solo divisa más pagos por variopintos motivos o razones. Con ello se está
llegando a una nueva división de la clase social, pobres más pobres y ricos más
ricos, porque todos los palos van hacia los mismos.
Otra de las
bases es invertir en las personas, en los talentos que se están viendo
obligados a emigrar o a abandonar. Para que un país funcione ha de tener un
sistema financiero saneado, pero siempre se escucha la misma cantinela; se
sanea y vuelven a las andadas, hay que hacer algo al respecto para que no se
desmanden, un buena regulación y unos controles de una vez y para siempre.
Una nave que
vaya en buena dirección necesita un buen capitán que esté al frente de la misma
y que no la deje al amparo de los muchos suboficiales. Un capitán en la sombra
no es bueno, genera desconfianza, si el barco está en apuros debe estar siempre
en el puente de mando.
Proyecto económico productivo, financiación, personas, consumo y un buen dirigente.
Hace falta recuperar confianza en los políticos, que miren hacia el
futuro, que se olviden de argumentos de niños traviesos en el colegio, que
gobiernen para todos, que repartan las cargas entre todos, que no gestionen sus
decisiones como negocios de futuro para los de siempre, que den un poco de
aliento a los mas castigados, que se entiendan entre sí, que se pongan de
acuerdo en emprender acciones en beneficio general olvidándose de si mismos,
abrirse a nuevos horizontes, fomentar la investigación, en lugar de dejar
escapar cerebros atraerlos, confiar en la capacidad de respuesta de la gente si
se la mima un poco. Sus acciones de futuro deberían centrarse, en detrimento
del desaliento que impera en la ciudadanía, en recuperar la esperanza.
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