El andén de la estación

Del andén de la estación parte el tren. Viajar en tren es compartir, conocer gente y lugares. Este blog es como un tren, donde todo cabe y al que todos pueden subir.

jueves, 24 de enero de 2013

A cuento de qué viene el cuento



EL CUENTO

Estábamos en una pequeña caja de reclutas de provincias (como se diría en una novela de época). Los cambios de guardia debían realizarse pasando revista, cabo entrante con cabo saliente, de todas las instalaciones, armamento, etc.. Una vez comprobado que era correcto de daba el visto bueno y el entrante de hacía cargo de todo, esta era la teoría. En la práctica no se revisaba nada, se daba por hecho que todo estaba correcto, se firmaba el traspaso y así todos los días.
En cierta ocasión un brigada que entraba conmigo como oficial de guardia, llegó antes de tiempo y una cartuchera que encontró la escondió. Al realizarse el cambio de la guardia preguntó si todo estaba correcto y en orden, yo asentí, el insistió y eso me mosqueó, con lo cual dije que volvería a repasar todo por si algo se me hubiese escapado. Acto seguido sacó de un cajón la cartuchera, “nos había pillado”:
-¡Mañana cuando termines la guardia te presentas a mí!-
La intención era mandarme al calabozo unos días.
Como antes he dicho, una cosa era la teoría y otra la práctica, así que me dije:
 -“ Si quiere algo ya vendrá a buscarme“-
Por supuesto, no me presenté y ahí terminó la historia.

A CUENTO DE QUÉ VIENE EL CUENTO.

La Sra. Cospedal, ahora que las finanzas de su partido, y su partido en sí, está en entredicho por los motivos que todos conocemos, dice que volverán a realizar auditorias, internas y externas, para comprobar que todo está correcto y en orden.
Esta propuesta me ha hecho recordar la anécdota de la “p. mili”. Si yo hubiese hecho las cosas como se debían hacer no hubiese dudado ni un momento en que todo estaba correcto. Como no lo hice, me ofrecí a pasar una nueva revista, esta vez concienzuda, para poder cubrirme las espaldas en caso necesario, porque sabía de sobra que siempre podrían pillarme en algo. Todo esto por una simple cartuchera sin apenas importancia. Lo importante de ello es que las cosas tenían un procedimiento y debía llevarse a cabo según las normas.

A mi entender, eso es lo que está haciendo la Sra. Cospedal. Si estuviese segura de que todo está correcto, lo suyo sería, al día siguiente entregar el estado de sus cuentas a la opinión pública, como así consta en su código ético, demostrando una buena gestión y transparencia. Ello me lleva a considerar que hay cosas que se le escapan, que están descontroladas y que como el dicho “la casa está por barrer”. Y lo que a la opinión pública le preocupa no son sus cuentas oficiales, sino, la existencia de las posibles no oficiales. Y quizá, lo más preocupante, es que está harta de escuchar unas cosas que luego no se corresponden en la práctica. Esa vieja frase de “por la boca muere el pez”, y la mayor parte de nuestros políticos son peces a la deriva en aguas revueltas.

Estamos en un país cuyos gobernantes están machacando impunemente a las clases medias y bajas, privándoles de infinidad de derechos que se han conseguido a lo largo de muchos años. Los derechos que están en boca de todos y los que no salen tanto a la luz pero que irán aflorando cuando el conjunto de la población intente acudir a ellos, encontrándose con que ya no es lo que era.

A unos se les exige mucho, mientras, los que exigen dan un pésimo ejemplo atesorando y derrochando. La gente está harta de tanto político y no político, no importa el bando ni el estamento en entredicho,  haciendo de su capa un sayo: “haz lo que yo digo pero no hagas lo que yo hago”.

No hay dinero para ciertas cosas, pero si para otras. Pero lo más preocupante es el valor que se le da a la palabra. En la política la palabra debe tener otra connotación o significado. Estamos hartos del empleo vano de la palabra, de los que ayer decían una cosa y hoy hacen o dicen lo contrario, sin dar una explicación convincente de su contradicción, son como un disco rayado que contenta a su masa fiel colocándoles un velo que no les hace ver más allá. Se usa la palabra de forma fraudulenta y lo peor de todo es que ni se inmutan, lo hacen sin pestañear y, lo grave, es que aún hay quien les cree y los aplaude, demostrando escaso sentido de autocrítica. En una auténtica democracia honestidad e ideología deben ir de la mano. Uno puede tener un criterio, para unos acertado no para otros, lo importante es ser consecuente con la palabra y con los actos. Equivocado o no, uno se legitima si hace lo que dice o dijo, en caso contrario es un fraude, independientemente de ideologías.

La raza política está en entredicho porque hay serias dudas de que actúen en el interés general, son partidistas y están más preocupados en sacar los trapos sucios del vecino y de esconder los suyos, sin atreverse a tomar las medidas o decisiones que afecten a la colectividad. Como si tuvieran un pacto tácito para no tocar todo aquello que les pueda privar de sus privilegios. Son intocables, interesados, y no hay fácil solución porque son ellos los que pueden cambiar las normas y no les interesa. Solo tienen que temer al despertar de las masas, pero ya harán, de hecho lo están haciendo, lo posible para coartar iniciativas, sembrar temores, ..., para que permanezca aletargada.

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