Acaba de aterrizar incumpliendo las pocas promesas que hizo, "no subir impuestos". Es de las pocas cosas en que se desgañitó a diestra y siniestra, secundado por sus delfines. Ahora viene y lo primero que hace es subirlos. Esto puede dar una idea de lo que va a hacer y que no ha dicho, todo quedaba en el aire.
Por si fuera poco, parece que ya hay varios ministros que andan a la greña, Economía, Hacienda e Interior, como si cada cual quisiera imponer su ley o quisieran adueñarse de la gran parcela. Mientras tanto, que pasa con Rajoy, está de vacaciones, está escondido. Donde manda patrón no manda marinero, y aquí da la sensación de que no hay patrón y cada marinero va a lo suyo.
Rajoy puede fracasar como presidente por no saber dar un golpe sobre la mesa y decir, aquí mando yo. Eso Aznar si sabía hacerlo. A Rajoy le falta carácter y como se descuide se lo van a comer los propios.
Cuando las votaciones, Rubalcaba, era vitoreado como presidente por los suyos, éste se sabía perdedor y esbozaba una sonrisa, la sonrisa del perdedor. Rajoy, se sabía ganador, y ante los vítores de los suyos su sonrisa era de angustia, del pensar ¿Dónde me he metido?, ¿Voy a estar a la altura?, se le veía con el miedo en el cuerpo, como si dudara de si mismo. Pero el paso está dado y no le queda otra que salir a la palestra, tomar las riendas y decir aquí estoy yo para aguantar el chaparrón. Debe exigirse lo que siempre ha exigido cuando estaba en la oposición, pero, ¡ah!, los cuernos no se ven igual desde el ruedo que desde la barrera.
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