Terminada la jornada, regreso a casa y lo primero que haces es pasar por el metamorfis, porque siempre hay alguna necesidad que imperiosamente te conduce hasta él. Es como en las películas donde uno está expuesto a algún tipo de radiación, virus, o cualquier cosa contagiable, y antes de reincorporarte a la rutina debes pasar por la cámara anticontaminación. El metamorfis es la cámara anticontaminación de una vivienda.
Varias son las estancias que puede tener una vivienda: recibidor, salón, sala de estar, galería, balcón, terraza, cocina, habitaciones, despacho y metamorfis. Cada una tiene su importancia, y alguna de ellas puede ser hasta prescindible, de hecho la tendencia de los lofts de tamaño reducido que vienen a ser como un tres en uno. La única que no puede faltar es el metamorfis.
El metamorfis es como el santuario de la vivienda. Además del objeto para el que fue creado, se utiliza, aprovechando determinados momentos imperiosos, para leer, para dormir, para meditar, para soñar, para relajarse, para llorar, para reír, para cantar, para reflexionar. Tiene multitud de aplicaciones y ¿por qué?, porque es el único lugar privativo que todo el mundo respeta y nadie se atreve a profanar cuando uno se encuentra allí. Es el único lugar donde encuentras la intimidad necesaria que uno necesita en algún momento del día, donde te presentas delante de ti mismo desprovisto de máscaras, donde realizas el acto de contrición, donde te felicitas o te reprochas por los actos del día a día. Es parte esencial en nuestra vida.
Y como epílogo del día, antes de echarte a dormir, ¿dónde se supone que haces la última visita?. Sin dudarlo, al metamorfis, y felices sueños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario