El andén de la estación

Del andén de la estación parte el tren. Viajar en tren es compartir, conocer gente y lugares. Este blog es como un tren, donde todo cabe y al que todos pueden subir.

viernes, 3 de febrero de 2012

A Don Jaime Garcés

Ayer tuve que ir a una biblioteca para conseguir el libro de Joan Fuster " Raons i Paraules", . Este simple hecho me ha traído el recuerdo de Don Jaime Garcés.
Jaime Garcés, parece el nombre de un personaje de una novela pero no, fue un maestro que tuve de niño y que, además, era el bibliotecario del pueblo. Antes teníamos maestros, ahora profesores, y tengo la impresión, quizá equivocada, de que ahora ser profesor es una profesión mientras que antes ser maestro era una vocación. A Jaime Garcés, voy a prescindir del Don, le gustaba enseñar. Su clase era la última, después de la suya no había más. En el pueblo de Alginet, por el año 1965, no había instituto donde seguir estudiando, había que desplazarse a otro pueblo, y todos los niños, bien por falta de recursos, o por otras circunstancias, tenían que seguir escolarizados. Hablo de edades comprendidas entre diez, once, doce años, así que, en su clase había alumnos que podían permanecer varios años. Ello era una complicación para él puesto que en su clase había varios niveles a los que debía atender. Para él no suponía problema y, prueba de ello y de su vocación por enseñar, nos propuso, como éramos ya "mayores", estudiar inglés en la media hora del recreo.

Ahora que lo pienso, visto desde la lejanía, considerando la época, en una escuela pública de un pueblo, fuera de horario porque seguro que no estaría en el programa de estudios, si lo había,  que el maestro nos propusiera estudiar inglés, tenía un mérito incuestionable digno de un gran hombre. Aceptamos su propuesta. Yo tenía diez años. A esta edad, en los tiempos actuales, el maestro o profesor hace una propuesta similar y, creo no equivocarme, poco menos que lo mandan a paseo. Y nosotros aceptamos. Antes no había los medios que tenemos ahora, ordenadores, dvds, internet, televisiones pocas,..., así que el bueno de Garcés se trajo un tocadiscos, con discos de cursos de inglés y un libro.

Ese año el recreo fue clase de inglés, y recuerdo, aunque ahora no me acuerde de lo que dimos, que aprendimos vocabulario, frases, pronunciación. Hasta, relativamente, no hace mucho tiempo, aún conservaba alguna libreta de aquellas clases de inglés, una pena no conservarlas. Este fue el primer peldaño que un hombre, sin necesidad de hacerlo, puso en nuestra formación, como un visionario intuyendo que el inglés, o los idiomas en sí,  sería algo básico en la formación de las futuras generaciones. La pena es que la base que cogimos en aquel año debíamos haberle dado continuidad. Yo tardé un par de años, ya en Valencia, en ir al instituto donde ya se daba un idioma, y me decanté por francés.

Jaime Garcés, como he dicho, además era el bibliotecario, pienso yo que, como un apasionado de la formación, nos incitaba a la lectura, recordando que de vez en cuando iba a sacar algún libro, como mi hermano. Ahora quien más quien menos, tiene en casa una aceptable colección de libros, antes era complicado y una biblioteca era el único camino de acceder a la lectura, al menos, para aquellos que no disponíamos de medios económicos.

Creo, sin miedo a equivocarme, que aquel hombre ejerció una influencia positiva tanto en mí como en aquellos que pasaron por su clase. Era un maestro no al uso. Sirva esto de homenaje a Jaime Garcés y a todos aquellos maestros que hicieron de su vocación una profesión.

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