
Algo falla. La justicia es ciega, o eso me habían dicho, pero esa cinta que le cubre los ojos, como la ciencia ha avanzado tanto, debe ser translúcida. El mundo se ha vuelto del revés. ¿Quienes son los buenos y quienes los malos?. Cuando alguien busca la verdad, se le zancadillea. Cuando alguien vive de la mentira, se le vitorea, se le aplaude. No sabemos a que atenernos.
Desgraciadamente, estamos viviendo unos tiempos convulsos, donde los hechos cada vez nos sorprenden menos. Nos están acostumbrando a vivir rodeados de una continua falsedad donde priva el interés de unos pocos en detrimento de la mayoría.
Todo son exigencias, sacrificios, siempre para la mayoría silenciosa. Y lo único que pedimos, al menos, es que haya justicia para poder creer en algo.
Y claro, cuando vemos lo que está pasando a nuestro alrededor donde cada día aparecen nuevos casos de corrupción..., nos echamos las manos a la cabeza de impotencia. Cuando vemos que se recorta en sanidad y educación, y por el otro lado se blindan contratos millonarios con un gran dispendio de millones de euros para disfrute de unos pocos(¿habrá comisiones por el medio?). Cuando vemos derroche de dinero en caprichos económicamente inviables. Cuando vamos conociendo los sobrecostes de los grandes eventos que se han organizando, donde no se sabe, o sí, a dónde han ido a parar esos millones excedidos. Cuando estamos viendo tantas cosas alrededor de gente privilegiada, que quizá se creían inmunes. Cuando vemos que cada día ganamos menos y que las cosas nos cuentan más. Cuando vemos que se nos sube la edad de jubilación, subiendo además los años para el cálculo de la misma, lo que nos va a suponer una disminución de la pensión, mientras otros, los privilegiados, con unos pocos años obtienen super rentas vitalicias. Cuando vemos que a grandes ejecutivos de bancos se les limita el sueldo, por ejemplo, a la irrisoria cantidad de 600000 euros año.
Antes, la gente se vanagloriaba y con razón, de que un trato con un apretón de manos era como una firma ante notario y, ahora, cuando vemos que ni las promesas son promesas (Promesa = expresión de la voluntad que alguien se impone de cumplir algo), o que ha cambiado su significado. Tanto que ya no sabemos a que atenernos.
Prácticamente, lo único que nos quedaba es creer en la justicia, y visto lo visto, empezamos a dudar de ella. Parece que existan dos justicias.
Han condenado a Garzón por perseguir delitos, por tratar de esclarecer injusticias. Es como una caza de brujas. ¿Qué juez se va a atrever a seguir sus pasos?, ¿para qué, para acabar como él?.
Éste no es el camino, es necesaria una profunda reflexión para poner en orden éste desorden que parece orquestado. El problema es que quien lo puede hacer, parece que haya tomado prestado la cinta que cubre los ojos de la justicia, la cinta buena, la que no deja ver.
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