El andén de la estación

Del andén de la estación parte el tren. Viajar en tren es compartir, conocer gente y lugares. Este blog es como un tren, donde todo cabe y al que todos pueden subir.

sábado, 11 de febrero de 2012

La abuela María "Pedro" y la cebolla




        Releyendo "La Ciudad  de los Unicornios Plateados", cuento ilustrado del insigne Jack Babiloni, que os recomiendo, llegado al punto en donde "Cuqui, mientras tanto y como siempre, sonreía" , me he acordado de repente de la abuela María "Pedro". Pedro era su apodo, creo que por parte de su padre que se llamaba Pedro. Este pasaje se encuadra en un texto que, modestamente, tuve a bien dedicar a Paco y Cuqui, en su cuarenta aniversario. Viví unos meses en casa de Paco, hasta el momento de contraer matrimonio con Cuqui. Siempre me he preguntado por qué fui a vivir a Madrid con Paco, y la única conclusión que he sacado es que, de  pequeño, tenía una frágil salud y me mandaron allí por aquello de que un cambio de aires podía resultar beneficioso. La cuestión es que compartí aquellos meses con la abuela María, con Paco y con Merche (Cuqui), a la que mirando hacia arríba    mando un beso. Este texto, con algún retoque o pequeño añadido, sigue así:

 "" Siempre he sido bastante comilón, de pequeño y de joven, tolerando toda clase de comida, salvo la cebolla hervida. Es algo superior a mis fuerzas, no soportando esa textura blanda ni su sabor cuando es muy acusado. Pocas veces me la “dan”(a veces me la han querido colar), porque la huelo. Nunca recuerdo haberla comido, porque me provoca angustia y ganas de vomitar, hasta actualmente. A veces pienso que es algo psicológico, pero como si no la como no pasa nada, prefiero evitarlo a pasar un mal rato. Cada uno tiene su cruz. Resulta que un mes antes de la boda vino mi padre a reformar algo del piso de Paco, allí, en la Ciudad de los Ángeles. En las comidas, cuando mi abuela ponía hervido, recuerdo que yo apartaba la cebolla y no me la comía, ello exasperaba a la abuela:
-“El Mariano éste, ¡cómo se nota que ha venido su padre!. Siempre se la ha comido y ahora, ¡como está su padre ya no le gusta!”.-  Con cierto retintín que a mi padre no le debía de hacer mucha gracia.
Claro, mi padre me hacía apartarla para que no la comiese si no la quería.
La abuela era de la vieja escuela: si algo no te gusta, pues lo tienes para comer, merendar, cenar, desayunar,..., hasta que te lo comas.
Tengo, a pesar de todo, un grato recuerdo de la abuela. Se enfadaba cuando le gastaba bromas y si no lo hacía:
-....como soy un cero a la izquierda!-
Tenía sus rarezas, y no recuerdo a nadie como ella incapaz de llamarme por mi verdadero nombre. De mil maneras me bautizó: Mariano, El tío Chiflidos, Cantinflas, Roque, Manolo,....,
La abuela María vivía a temporadas con cada uno de sus hijos, no tenía casa propia, y como es hasta cierto punto natural, se sentía en casa ajena viendo coartada su libertad de hacer esto o lo otro. 
Siempre estuvo obsesionada con tener su propia casa. Así podría hacer lo que quisiera sin que nadie le dijera nada, a pesar de que nunca nadie le dijo nada. Puede que no sea tan bueno que los hijos en su afán de preservar a sus mayores en la vejez, traten de evitarles esfuerzos, que no lo son tanto para ellos, al contrario, los pueden mantener más vivos. En esto puede que los hijos, en general, fallen o fallemos. A pesar de ello, la abuela no era consciente de los hijos que tenía, y de los nietos, que siempre procuramos lo mejor para ella, sacrificando nuestra comodidad en beneficio de ella.
Me daba cierta lástima porque, de la pensión social que cobró en los últimos años de su vejez, pudo ahorrar unas pesetas. Recordaba que su padre compró una casa por unas veinte mil (imaginaros en qué año). Ella, en su ignorancia, al verse con suficiente capital quería comprarse una casa para vivir en ella, así nadie podría decirle lo que tenía que hacer. Lo que no sabía es que, en aquella época, los viviendas debían andar ya por el millón o más (cantidad irrisoria para los tiempos actuales).
     ¿Por qué será que nunca estamos satisfechos con lo que tenemos y que cuanto más tenemos más queremos?. Será la propia naturaleza humana.
     Aun recuerdo a María "Pedro", con su delantal, arrastrando su ligera cojera y cómo se quedaba dormida, con la boca abierta, delante del televisor, con su ganchillo medio caído entre sus manos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...