A Cuqui

     Con apenas 9 años, en 1964 pasé unos meses en casa de mi tío Paco. De esa época guardo algunos buenos recuerdos que, en el cuarenta aniversario de su enlace, quise compartir con Cuqui y Paco,  en un recopilatorio que confeccioné, a contra reloj, y de una manera algo rudimentaria, pero poniendo en ello mi mayor cariño. Creo que así lo supieron valorar.
     Éste es un fragmento del mismo y con él quiero ofrecer mi particular homenaje a Cuqui, sabiendo que siempre permanecerá en nuestro corazón.

  "Desde mi llegada a Madrid, uno de los momentos que  esperaba con más emoción era el instante en que me presentaran a la que en próximas fechas iba a convertirse en mi tía: Merche se llamaba. De haberme preguntado antes de conocerla cómo la imaginaba, seguro hubiese contestado algo así:

     -¡No sé!-

 No la imaginaba de ninguna manera. Ahora rememorando aquellos días, la recuerdo rubia platino (estilo Marilín Monroe), con un cutis limpio y piel blanca. Confieso que me pareció muy guapa. Le gustaba hablar, igualmente confieso, en mi caso yo parco en palabras, entablar conversación conmigo no sería tarea fácil, sin embargo creo lo consiguió.

  La cocina se convirtió en nuestro territorio de conversación. Posiblemente no fue el único, pero es el que recuerdo con más nitidez. La imagen de Merche fregando los platos (nada bucólico), yo de pié a su lado, o tal vez sentado en la silla detrás de ella hablando, supongo, de mi familia, de mi pueblo, de mis amigos, de mi vida diaria, de la escuela. ¡Vete a saber!. Mientras Paco, junto a la abuela María, de cara a la televisión tendría frente a sí un café (sin azúcar) y un cigarrillo (Condal posiblemente), esperando nos reuniéramos con ellos una vez terminada nuestra cháchara.

  Ésta ya la conoce Merche, creo, y es una de las que guardo con más cariño, a pesar de que ella no la recordaba hasta que se la conté por primera vez".