Me gusta el otoño

Otoño, estación que invita a meditar. El tiempo refresca, la luz languidece. Te invita a rememorar momentos que recuerdas con especial significado. La familia rodeada junto a la estufa de hierro al amparo de su calor, asando castañas o cacahuetes, disfrutando de su especial sabor, con el transistor o la radio que se oye pero no se escucha.
Hoy llueve, no hace excesivo frío, pero lo suficiente para que la gente permanezca en sus casas. Los tiempos son otros, las inquietudes son otras. A pesar de la lluvia es un día importante para todos y nos sentimos obligados a salir. Al menos un momento, algo importante se está fraguando y todos debemos ser protagonistas, nos sentimos útiles, valorados, tenemos una obligación, sabemos que somos importantes y que en nuestras manos está el futuro más inmediato.
Mañana es posible que todo quede en agua de borrajas y que nuestra aportación  no sirva de nada, pero al menos tendremos la sensación de haber hecho lo correcto. No habremos decidido nada porque nadie nos complace al cien por cien, y porque las palabras, como las hojas en otoño, se las lleva el viento.
Aún así, el otoño me gusta, me gusta que llueva, me gusta las castañas asadas y los cacahuetes. Me gusta, porque el otoño es como el abono necesario para que después la vida resurja con fuerza.