Era yo pequeño, vivía en Alginet. De vez en cuando me desplazaba a Valencia con mi madre, generalmente para ir al médico. Unas veces iba a un dentista, quien me sacó todos los dientes de leche, en varias visitas, y recuerdo que por cada diente que me sacaba, como premio, me daba una peseta, ¡un tesoro!. Otras veces iba a otro médico que, en cierta ocasión, me sacaron a un aula donde había muchos jóvenes y les hablaba de mí. Debían ser estudiantes de medicina y yo era el caso del día. Al final me operaron de amígdalas.
Íbamos siempre en el tren de cercanías. Lo que en cierta ocasión me impactó era que en los asientos de al lado había sentada una pareja de la guardia civil, con sus mosquetones, y en el medio un hombre relativamente joven, algo desaliñado, con una barba de varios días que, aunque trataba de disimular, llevaba las manos esposadas. No recuerdo lo que pensé en ese momento, quizá que debía ser un peligroso caco. ¿vete tú a saber?. Lo miraba de reojo, así como a la pareja de la guardia civil que iban callados, mirando al frente, y al hombre con cara de asustado.
Pienso que, quizá el delito que cometió, igual no era ni delito, o sí, y me pregunto qué habrá sido de aquel hombre. De entonces hasta los tiempos actuales las cosas han cambiado mucho.
Ahora apenas cogemos los trenes, tenemos coche, la guardia civil tiene vehículos para estos menesteres, en las cárceles hay gente que quizá no deberían estar en ella, y fuera hay mucha gente que debería estar.
Lo habitual es que seamos meros observadores y lo que pensemos poco importa, o que poco podamos hacer, aunque teóricamente se nos achaca la responsabilidad de que en nuestras manos está el futuro de nuestras vidas y las de otros, que somos granitos de arena que pueden hacer montículo.
Me ha gustado mucho, ya sabes que eres mi cuenta cuentos preferido, adelante, un beso cariño.....
ResponderEliminar¡¡Hola Luis!! Ahora mismo voy a sacar un bono para ese tren, del que voy a ser una asídua pasajera, ya que promete tener un interesante recorrido por temas de todo tipo. Ánimo, todo es empezar.
ResponderEliminarUn abrazo, Emi