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El Iaio Pepico |
Cuando eramos pequeños, en mi época, la mayoría de niños queríamos ser toreros, o futbolistas. Ahora toreros menos, todos futbolistas. Yo no podía ser menos, hasta jugábamos en la calle con trozos de tela, y toreábamos, como el toreo de salón, pero más en serio. De pequeños todo lo que hacemos es en serio, el propio juego es una fantasía trasladada a la realidad.
Pues bien, si de pequeño quise ser torero, quizá se lo deba al "iaio", Pepico. Pocas familias tenían televisión, salvo algunos bares, así, cuando retransmitían una corrida de toros, cogido de su mano, nos íbamos al Bar Musical, y allí veíamos la retransmisión de la corrida. A veces pedía una tapita de sepia rebozada, aún recuerdo su sabor, me encantaba.
Como consecuencia después, en la calle, capote en mano y a torear. Lo complicado era quién hacía de toro, al final alguien se brindaba.
Ni qué decir que los toros me imponen y mucho. En otra ocasión contaré una anécdota sobre los toros, en la que tuve ocasión de firmar hasta un contrato.
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